domingo, 23 de enero de 2011

La Fascinación del Poder…y la última coca-cola en el desierto.

El gobernador quiere ser presidente, no es ninguna novedad si nos atenemos a aquella vocación, casi providencial, que le viene desde la cuna a los hijos de la oligarquía, luego desarrollada en su proceso formativo y según la carrera que le sea mandatada o elija el hijo en cuestión, aspire a llegar a los lugares más encumbrados, así por señalar algunos ejemplos, si emprende la carrera religiosa de cura llegará a Obispo y no parará hasta Papa, si es en la justicia y desarrolla su actividad en el estado no parará hasta ser miembro de la corte suprema de justicia, en el ejército hasta general y jefe del estado mayor conjunto y por supuesto en el caso del gobernador en su carrera esta la presidencia y no se detendrá hasta la secretaría general de la ONU.
Conocedor de la interna peronista y de la importancia del mismo para el sostenimiento de la gobernabilidad (aún de baja calidad) en la Argentina, plantea que en la coyuntura actual, (no sin antes reafirmar sus aspiraciones presidenciales) solo aceptaría realizar este servicio a la patria, en última instancia, sino queda otra opción, o en sus propias palabras “sólo sí fuera la última coca cola en el desierto”.Esta expresión no solo da cuenta de la actual correlación de fuerzas en el seno del partido gobernante sino que desnuda de manera meridiana la concepción de cómo se hace política  para los sectores dominantes .La referencia hecha a la marca insignia de la expansión capitalista a escala planetaria, pone blanco sobre negro una concepción de la política como una mercancía y esto es la instauración de una racionalidad instrumental con acuerdo a fines. No hay en el que escribe, conocido por su militancia comunista, una actitud “antiimperialista ante la gaseosa de marras”, aunque sabida la religiosidad del gobernador podría haber utilizado como metáfora una más cristiana como el agua, aunque conviene señalar que los gobiernos de los que él a formado parte también se encargaron de privatizarla y de convertirla en una mercancía, por lo tanto de lo que se trata, dejando de lado el líquido que vendría a saciar la sed de los argentinos, es que la mercantilización de la política  impone a la ciudadanía  un concepto posmoderno de “verdad pragmática”, es decir: si sirve es verdad, que traducido a la política significa que lo único  que sirve es llegar, no importa cómo, y el hecho de llegar como por arte de magia, los coloca en el lugar de la verdad (pragmática) indiscutible. Es decir  el hecho de llegar automáticamente los convierte en buenos , inteligentes y los llena de cualidades y no el proceso inverso que a partir de que  se es bueno, inteligente y cualificado se llega al logro de los objetivos.
Sólo la fascinación del poder explica que un gobernador inconsistente al que una fuerte lluvia le hizo cerrar diez escuelas y la gente en la mayoría de las barriadas populares vivan anegados y embarrados, aspire con algún nivel de expectativa a la máxima magistratura.
¿Qué tendría para ofrecer aparte de hacer que en todas las escuelas del país sea obligatoria la educación religiosa, de nacionalizar las escuelas infantiles de policía, de cambiar la corte suprema de la nación  por jueces como Ferraris o Catalano, el ajuste perpetuo que nos salvara de las crisis económicas también recurrentes?. Además staff de gobernantes estaría compuesto por los Macri, De Narváez, Duhalde y una selección de ex ulloístas, ex radicales, ex romeristas hoy devenidos urtubeycistas fundamentalistas.
¿Qué hará con la deuda externa, cual será su política internacional, de relaciones carnales, de articulación latinoamericana, qué política de desarrollo tiene, qué pasará con los trenes, la política minera, la agro industria, etc? Aunque uno lo intuya no se ha expresado públicamente.
Son preguntas, aunque predecibles, que nadie le hizo al candidato a presidente. En realidad, la actual situación no es una condición solo de Urtubey, sino que es la expresión en el terreno de la política de una clase dominante devenida en lumpenburguesía parasitaria, mafiosa, asociada de manera subordinada a los grupos económicos trasnacionales y que el único proyecto de país que porta es hacer negocios rápidos, que le otorgue grandes dividendos y a cero riesgo.
La mercantilización de la política, representa a estos sectores de la economía, vulgares carteristas, simples pungas, pero que son los verdaderos mandantes, que esperan con ansiedad tomarse la coca-cola.

25-3-2010

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