viernes, 9 de enero de 2015

LA RESIGNACION DEL MARXISMO EN LA ARGENTINA: un itinerario posible.

La hegemonía política cultural del kirchnerismo consagra una derrota; no  la que señalan panegiristas y detractores;  el neoliberalismo, sino la del proyecto revolucionario de la generación del  70.
Todo este largo proceso político, tiene una marca en el orillo: el de la dictadura militar y el terrorismo de estado. Su itinerario recorre  como mínimo cuatro momentos: el alfonsinismo, al que los intelectuales provenientes en lo fundamental de la denominada  nueva  izquierda, le aportaron un enfoque ideológico influenciado por el eurocomunismo. Una suerte de tercera vía de fines de los 70 y principios de los 80, que se planteaba una posición intermedia  entre los socialismos reales del este y la socialdemocracia europea. El frente grande que adoptó la tercera vía de Guiden y Blair, es decir un intermedio entre el neoconservadurismo y la socialdemocracia. El 2001-2 y en el marco de las asambleas populares la emergencia de una denominada nueva izquierda, planteaban un recitativo de poder popular sin asaltar el estado y finalmente?.... El kirchnerismo, hijo directo de la incapacidad de la izquierda, ante esas circunstancias excepcionales de haber podido alzar una alternativa política y catalizar la importante movilización popular que jalonaron aquellas jornadas.
Si políticamente las características del ejercicio del gobierno se pueden resumir en alternancia y cogobierno, en términos económicos, ajuste y entrega tal vez sean las claves  que mejor caracterizan  la etapa inaugurada por la dictadura y continuada por los sucesivos gobiernos democráticos, con el matiz de que el kirchnerismo morigeró el ajuste y profundizó la entrega.
 Si la experiencia del alfonsinismo utilizó la democracia  como un valor límite con el fin de juntar fuerzas y oponerse a la experiencia autoritaria; convertida en último horizonte se constituyó en un término opuesto a los ideales de revolución y socialismo y fue efectiva al marcar a fuego ciertos principios del liberalismo político, que son ideas fuerzas que estructuran la política argentina hasta la actualidad.
Durante los años 60 y por lo menos hasta mediados de la década del  70 el debate  de la izquierda  latinoamericana se centraba en la revolución.  Junto al derrumbe de las expectativas montadas sobre ésta como idea y práctica y con la construcción de una nueva mirada sobre la política, se realiza el proceso de desmonte. El término revolución pierde la centralidad del pasado y la vía revolucionaria al socialismo entra en crisis al ser asociadas al “autoritarismo” de los modelos soviéticos, de la supresión de la democracia  por prácticas estalinistas o a la idea de dictadura del proletariado, vinculada a los regímenes militares latinoamericano o a propósito de la rigidez de la planificación estatista y burocrática.
 A fines de los años 70 y frente al carácter ampliamente represivo de las dictaduras expresado en las desapariciones, los exilios forzados, los encarcelamientos, estos intelectuales plantearan como objetivo estratégico los derechos humanos, reivindicando los limites jurídicos del poder estatal para garantizar un mecanismo que impida el ejercicio arbitrario e ilegitimo del poder; El Estado Constitucional de Derecho. Posibilismo en su estado paroxístico. (Los vencedores hicieron el balance de los vencidos y ellos no están para defender sus ideas).
“El derrumbe del alfonsinismo no los dejó sin argumentos, esta vez un hecho de impacto mundial les vino como anillo al dedo a sus enfoques, la caída de la ex Unión Soviética y la desaparición del Bloque del Este, actúo como una certeza de que nada por fuera de las “democracias occidentales”, se podía construir, ni siquiera pensar; la destrucción de los principios fundacionales del Frente Grande y su mutación en la Alianza, tiene esa marca de origen, que se expresó  como desprecio a la militancia, como negación de las identidades políticas ya constituidas, el hecho de entender la política como espectáculo televisivo, sumado a una sobrevaloración del mismo como forma de comunicación con la “gente”, política como presente perpetuo, sin pasado y sin futuro, todos conocemos como terminó esa experiencia, metiéndole bala a nuestro pueblo, con un vicepresidente renunciando y preservándose para tiempos mejores y un presidente escapando en helicóptero.”[1]
 El 2001 los llenó de espanto, sus principales previsiones teóricas y políticas quedaron hechas añicos en aquellas jornadas porque la  institucionalidad democrática, no podía disimular un orden social más desigual y excluyente que nunca antes.
 Este fue el resultado de postrarse en el altar del posibilismo y asumir como propios los postulados de tercera vía, la fraudulenta y recurrente idea de un capitalismo con rostro humano que sostenía teóricamente Anthony Guiden y políticamente Tony Blair.
  Si en los 70 la Nueva Izquierda surgió por fuera de la izquierda existente, con la bandera de la lucha por el poder, por izquierda de la izquierda tradicional, la que emergió de la debacle del 2001-2 asumió como propio  enfoques que son resultados de visiones no dialécticas de la derrota del  socialismo, influenciados por  los teóricos de la globalización como Negri y Holloway. Ahora se reconocía  el carácter plural, multifacético y concentrado y/o concertado que pueden presentar las luchas  políticas y sociales y un nuevo relato centrado en la “identidad” ocupara el lugar que antaño tenía la idea de revolución, acorde a como se sufre la dominación se construye la propia identidad y estará permitido ser “verde”, “feminista” ”indigenista”, etc., mientras no se atente contra la sacrosanta propiedad privada.
Si bien es cierto que la recomposición de una izquierda revolucionaria es tarea de generaciones, algunas claves hay que ubicarlas en que las organizaciones sociales y políticas se han desarrollado al margen del estado, contra el estado y esto último parece ser lo que explicaba la fortaleza de las mismas, es decir la izquierda acumula por fuera o en contra del estado no desde el mismo, el carácter de fuerza presupuestaria, no le da independencia política en relación a un gobierno que sostiene la estabilidad burguesa y por supuesto tampoco autonomía.
En la actualidad la militancia de izquierda se mueve con una  concepción ideológica que traducida a la política se puede caracterizar de “concisión adjetivada” por ejemplo los que apoyan al FPV sostienen un presunto antiimperialismo de un gobierno que entregó los resortes claves de la economía a multinacionales fundamentalmente norteamericanas, o sectores trotskista que afirman un ascenso de la izquierda, cuando sólo expresan el  2,3% del electorado, etc. Hay que agregar en este breve inventario anacronismos varios, es decir poner en moldes nuevos problemas viejos, o en moldes viejos problemas nuevos, como son por ejemplo en nuestro país, temas como  el nacionalismo popular revolucionario y la teología de la liberación.  Era entendible el apoyo al peronismo en personajes como Puiggros, que sostenían el carácter feudal  de América y que en su etapismo apoyar el peronismo era avanzar en la revolución democrática burguesa, pero la izquierda que apoya al kirchnerismo, ¿lo hará por razones ideológicas, por razones prácticas, creerán sinceramente que  así superarán los problemas que le crearon a un proyecto revolucionario a partir como mínimo desde 1945 y así resolver la inserción social de un proyecto histórico? El denominado nacionalismo popular revolucionario tuvo un momento de desarrollo entre el Cordobazo y el ascenso de Cámpora al gobierno y era entendido como que las masas populares hicieron su experiencia política en el peronismo y los cuadros provenientes de la izquierda que constituyeron organizaciones filo peronista , lo dotarían del carácter revolucionario del que este carecía, ese sueño se empieza a desvanecer con la masacre de Ezeiza  y con Perón expulsando de la plaza a Montoneros y creando La Triple A y es exterminado con la dictadura militar. Ni antes ni después de ese breve interregno fue considerada seriamente  la existencia de un pretendido nacionalismo popular y revolucionario, ni hablar de un movimiento teológico de base que exprese una  corriente significativa en el campo religioso. Como diría el gran filósofo húngaro Gyorgy Lukács seamos ortodoxos en el método marxista, no  renunciemos a él, recuperemos el valor de sus categorías y consecuentemente el valor de las palabras.
Como se puede apreciar en este breve repaso, los que intentaron “copar “desde la izquierda el radicalismo y el peronismo con el pretexto de que son identidades populares y ahorrarse así el trabajo de pensar que son fuerzas sostenedoras del orden burgués , por lo tanto para un proyecto revolucionario de lo que se trata es de trascenderlas; esgrimen en su defensa una línea que declama una estrategia de poder popular (empoderamiento), encarnada como una idea de fuerza social puesta al servicio del logro de un pacto social que obtenga alguna concesión graciosa de la “burguesía nacional”. Esta línea sintetizaría una práctica política por fuera de la lucha de  clases, la lucha de ideas se constituiría en el motor de la historia,  es  decir un enfoque de acumular sin confrontar.
DEMOCRACIA COMO OBJETIVO FINAL, BURGUESIA NACIONAL COMO SUJETO PRINCIPAL DEL DESARROLLO ECONOMICO Y ALIADA DE LOS TRABAJADORES EN UN BLOQUE HISTÓRICO Y EL PODER POPULAR COMO ENFOQUE DE ACUMULACION, DA COMO RESULTADO EL PROGRESISIMO Y  LA NEGACION DE LA REVOLUCION.
                                           LEONARDO JUAREZ                                               








[1] Izquierda y Peronismo; Leonardo Juárez,  pág. 15, ED América 2011 

lunes, 5 de enero de 2015

EXTRATERRITORIALIDAD Y PODER REAL

               
Argentina es el tercer exportador mundial de soja y sus derivados. Negocio controlado íntegramente por el clúster cerealero  agroexportador. Jamás el gobierno pensó seriamente en discutir la inmensa cuota de poder que tienen las cerealeras como consecuencia de controlar las exportaciones, manejar las retenciones y generar opinión dentro del modelo agrario de producción que depende fundamentalmente de las compras asiáticas, pero controlada por el manejo discrecional de los Estados Unidos. La tecnología, el pool genético utilizado, los sistemas de fletes marítimos (sus seguros). Todas estas variables son manejadas no por el gobierno nacional sino por las multinacionales. El kirchnerismo solo se reserva como rival a los productores agropecuarios.
 La incapacidad histórica del peronismo en la Argentina para resolver sus problemas, se acentúa hoy con el kirchnerismo, por ser expresión de una burguesía lumpen  que encuentra  en las cerealeras un respaldo a su gestión. Las cerealeras por su parte necesitan de las ventajas “extraterritoriales” que les otorga la privatización del sistema portuario y el control de la Hidrovía que es el mayor del mundo drenado artificialmente y que tiene una concentración de puertos privados que sumados son los de mayor capacidad operativa del globo.
Hasta aquí, la descripción muy elemental de un modelo dependiente de producción. Pero el argentino no es cualquier modelo. Es el tercero en el mundo detrás de Estados Unidos y Brasil. Todo este complejo desarrollo del sistema capitalista es fundamental para la economía Argentina y sudamericana también, ya que afecta al cuarto exportador mundial que es Paraguay.
Comprendida la escala de trabajo a la que nos estamos refiriendo; no nos debe llamar la atención que lo fundamental de la disputa presidencial se dirima en el PJ, y en provincias como Santa Fe tenga serias posibilidades el cómico Miguel Del Sel. Es que los Scioli, Massa, Macri, incluido el mismo Taiana, pueden ofrecer un abanico de propuestas programáticas, que van desde sostener políticas sociales, pasando por crear ministerios de la mujer y medio ambiente, todos asumen su rol de dirimir una agenda acotada, de cabotaje, a tono con su papel de ser partes del “gobierno transitorio”; pero ninguno se mete con el poder permanente que es claramente extraterritorial y que ejercen los Ceos de las multinacionales.
Es que en los protocolos de gobernabilidad del imperialismo está permitido ser” verde”, “feminista”, “indigenista”, etc, es probable que incluso reciba financiamiento por parte de alguna fundación; tórnese de color rojo y atente contra sus intereses económicos proponiendo por ejemplo en el caso argentino como primera medida económica la estatización del comercio exterior del sistema agroexportador y será considerado un comunista antidemocrático. Para sorpresa del “amplio espectro progresista” el Imperialismo tiene bien presente que el motor de la historia es la lucha de clases.
                               LEONARDO JUAREZ