“América
contribuyó en mucho a hacer España, tanto como lo hizo la rendición de Granada,
en enero de 1492- y no se entiende octubre sin enero, o América sin Granada.
Para los españoles, América es la “Conquista”, como la caída de Granada es el
final de la “Reconquista””. [1]
El tratado de Tordesillas de 1494 entre
España y Portugal desde el punto de vista geopolítico, fue el primer reparto
del mundo entre potencia coloniales. La ocupación colonial potenció el comercio
y el trafico esclavista y con él una brutal cacería humana, y es para los
pueblos originarios un proceso de invasión, conquista y evangelización.
La
violencia de la invasión, la conquista y la colonización europea trajeron un
elemento de larga duración: la tensión entre revelamiento y negación de la
alteridad humana. Para lograr el sometimiento de los pueblos originarios, los
colonizadores tuvieron que borrarles sus culturas y emprendieron esa tarea bajo
el justificativo de “civilizar y evangelizar”.[2]
La
evangelización católica colonial- absolutista e intolerante, autoritaria y
etnocéntrica tomó la forma de una autentica misión redentora: “Liberar a los
pobres infelices del destino de salvajes de su condición primera y elevarlos
hasta un plano de humanidad que coincidía con los últimos peldaños de un
sistema verticalista y jerárquico”.[3]
Así
la evangelización constituyó una imposición de criterios y patrones ajenos a
las sociedades indígenas dominadas, que bajo un manto religioso encubren la
explotación económica y humana de las poblaciones aborígenes. La posesión de
las mentes y las conciencias por la evangelización anuló una porción sustancial
de la identidad. El resultado fue también, la instauración de la encomienda,
las haciendas y las plantaciones.
La
negación de la alteridad humana se expresó como negación de lo no europeo (indio, negro), y el revelamiento se alzó como resistencia o rebeldía de los negados, en
este caso es bueno destacar la terca y
heroica resistencia de los pueblos aborígenes desde la conquista misma y en
donde destacan dos mojones, las insurrecciones de 1780 de Túpac Amaru en Perú,
y la de Túpac Katari en el Alto Perú (actual Bolivia).
Los
indios se vieron obligados a la insurrección por la codicia insaciable de los
españoles, y la tiranía insoportable de los corregidores, que les violentaron
para el pago de los repartimientos, junto a la atrocidad que significaba la
mita minera y campesina, que los iba diezmando por millones.
Para
ellos no había hogar, propiedad, ni un momento de bienestar, desconocida su
personalidad, eran miserables parias, victimas siempre de sus dominadores, con
la complicidad de una iglesia que no estaba para brindar consuelo, sino que
eran una parte sustancial de los verdugos, que inventando nuevas fiestas, y
vejándolos cruelmente , le arrancaban los últimos medios de vida que le
quedaban, como afirmaba Oscar Masota “La Historia de la
Iglesia (confirma en América), que es la Lujosa
Justificación Divina de la Inmoralidad Humana“.
Amaru
y Katari, fueron sentenciados a ser despedazados por cuatro caballos.
En el caso de Tupac Amaru, lo derrota la traición de uno de sus capitanes, que lo apresó sorpresivamente y lo entregó a los españoles, lo mismo ocurrió con su esposa y dos de sus tres hijos.
En el caso de Tupac Amaru, lo derrota la traición de uno de sus capitanes, que lo apresó sorpresivamente y lo entregó a los españoles, lo mismo ocurrió con su esposa y dos de sus tres hijos.
Con
el cuerpo semi destrozado y ante el temor de que muriera, Areche mandó a
decapitarlo el 18 de mayo de 1781.
“La
antigua plaza incaica del wacaypata fue escenario del suplicio, como lo había
sido en el s XVI, de su antecesor Tupac Amaru, el último inca del
Tahuantisuyo. En lugar del cruel virrey
Toledo , estaba el no menos despiadado visitador Areche: le abrieron a la
fuerza la boca para cortarle la lengua , extendido en medio de la plaza mayor,
se le ató de pies y manos a cuatro caballos para descuartizarlo, no lograron
destrozarlo y el sanguinario Areche, ”por compasión” mandó decapitar al héroe“.
El
15 de noviembre de 1781 (en el pueblo de las Peñas), fue el día del suplicio de
Katari, el día en que ingresaba a la gloria empujado por el odio español; tenía 30 años de edad, su cabeza fue llevada
a La Paz, sus brazos, piernas y tronco en los altos de la entrada de esta
ciudad. Producto de estos despiadados hechos aquí descriptos.
Tupacamarización
ha servido para referirse a divisiones y
desgarramientos de pueblos y naciones al servicio de las clases dominantes de
turno. El presente presagia futuros
trágicos si triunfan políticas pro imperialistas que con discursos inflamados
de “federalismo”, “autonomía” o algún otro eufemismo, buscan la escisión de
bloques regionales al interior de nuestros países.
América
es un horizonte, y en él las figuras de
Amaru y Katari son faro e inspiración y hoy son divisa con la que marchamos al
combate por la liberación definitiva de nuestros pueblos.
Leonardo Juarez
[1] Waldo
Ansaldi(2012), América Latina La Construcción del Orden, Tomo I, pág. 83,
Buenos Aires-Editorial Paidós
[2] Waldo
Ansaldi (2012), America Latina La Construcción del Orden, Tomo I, pág.70,
Buenos Aires-Editorial Paidós
[3] Sobre
el tema conviene consultar el debate entre el Dominico Fray Bartolomé de Las
Casas(1474-1566), y el filosofo aristotélico Juan Ginés de Sepúlveda
(1490-1572)
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