El gobierno de Macri se enfrenta a una
disyuntiva histórica en la Argentina, que no por ser repetida, deja de ser
clave: la lucha por el destino de los ciento diez millones de toneladas de
granos que se producen, sus subproductos y derivados, como así también la
producción pecuaria y sus derivados. La puja se repite desde fines del siglo
XIX, teniendo siempre un solo ganador: los exportadores y sus casas matrices.
Cristina mantuvo una excelente relación con las multinacionales cerealeras. El
pacto de no agresión, la condujo hasta el final de su mandato.
La
primarización de las exportaciones argentinas, es una constante en los últimos
cinco años.
Macri irrumpe esta semana con una frase hecha:
“convertir Argentina en el supermercado del mundo”. Única contradicción con las
exportadoras que se encuentran muy felices con exportar granos e importar
tecnología para producirlos y logística para comercializarlos. Evidentemente,
el desliz se va a subsanar. Macri dejará
de utilizar el latiguillo y la Argentina continuará primarizando su comercio
exterior.
Para que se haga realidad el sueño de Cambiemos, para poder generar las
condiciones del desarrollo burgués de la producción agropecuaria argentina, se
debería cumplir con algunas premisas. Uno: Junta Nacional de Granos. Dos: Junta
Nacional de Carnes. Tres: Estatización del comercio exterior. Cuatro:
Nacionalización del sistema financiero ligado a la producción. Cinco:
Estatización del sistema portuario y generación de una flota mercante capaz de
transportar la producción.
Se exporta mucho pero a pocos destinos, casi
igual al modelo imperante durante la década
que siguió a la depresión de 1929. China ocupa el lugar del Reino Unido
como comprador de commodities y proveedor de todo, desde paraguas hasta
locomotoras. Sólo que ahora, se agrava la situación social porque somos cuarenta
y cinco millones y no 15. Los que sobran al modelo tienen un solo destino: la
violencia y el narcotráfico; ambas tienen un solo patrón: las policías, que se
convirtieron en los nuevos empresarios, cuyos explotados son niños y jóvenes,
que trafican para ellos y que ya ni sirven para un ejército industrial de
reserva.
No es cierto que la economía del gobierno
kirchnerista era cerrada, era abierta pero manejada por las multinacionales. Solamente 10 productos
(como la soja y derivados, maíz, trigo, langostinos, vino, carne bovina) suman
el 69 por ciento de las exportaciones “agroindustriales”, correspondiendo al complejo sojero un 49 por ciento del total.
Por eso jamás Cristina aceptó controlar
a través de la JNG el comercio exterior. El maquillaje no alcanzó para cambiar
la matriz productiva con el verdadero poder todavía nadie se atreve
Este es el diseño de país que se terminó de
realizar en los 90 y que continúa con leves diferencias.
El cambio del modelo productivo no cuenta con
la aprobación de las grandes cerealeras por lo tanto no se realizará. Con
mantener la infraestructura de la Hidrovía y de la Zona Núcleo Pampeana basta
para el modelo agroexportador.
Esto es el núcleo duro del capitalismo
argentino que hay que entender y de este análisis deriva el conflicto en el
seno del gobierno entre Prat Gay (el ala política y “neo keynesiana”, que
acompaña, Pinedo, Michetti y el papa Francisco,) enfrentados a Sturzenegger
(Melconian, ) Esper entre otros; como se resuelva esta puja, que claramente no
va a ser favorable al grupo de Prat Gay , van a depender los realineamientos
políticos del próximo período, en este sentido no sería extraño ver una articulación
política que aparaguada por Francisco junte a este sector con Massa y con
Cristina para las presidenciales del 2019, y utilizar las elecciones de medio término
del 2017como para ir estableciendo una
grilla en esta dirección
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