En los estudios sobre
los Reyes Taumaturgos, Marc Bloch (uno de los dos iniciadores de la denominada
escuela historiográfica francesa de los Annales) nos llamaba la atención sobre
la práctica de siglos de la imposición de manos por parte de los reyes para la
cura del escrófulas.
La creencia se
prolongó durante cientos de años en Francia e Inglaterra. Ya estaba presente en
el siglo XI y no desapareció hasta comienzos del siglo XIX. Nadie tenía razones para dudar de ella.
Simplemente así era como funcionaban las cosas del mundo: los reyes poseían la
facultad de curar escrófulas, una infección que afecta los ganglios linfáticos
y a la que se conocía como “el mal del rey”. El rey tocaba al enfermo, hacía la
señal de la cruz, y el enfermo se curaba. Este don no pertenecía a un rey en
particular, sino a cualquiera que accedía al trono.
No curaban nada, pero era una creencia generalizada de que sí lo hacían, había certeza de que se producía un verdadero milagro; y Bloch sentenciaba, para que exista un milagro solo es necesario que haya alguien que crea, el milagro no necesita demostrar nada.
No curaban nada, pero era una creencia generalizada de que sí lo hacían, había certeza de que se producía un verdadero milagro; y Bloch sentenciaba, para que exista un milagro solo es necesario que haya alguien que crea, el milagro no necesita demostrar nada.
El milagro Tsipras
Un pequeño país de
ciento treinta mil kilómetros cuadrados y once millones de habitantes debe
trescientos cincuenta mil millones de euros. Al decir de algún abogado, sin
costas ni intereses. Esa inmensa masa de dinero fue destinada a gastos
militares, pago de intereses previos, gastos superfluos, aunque manteniendo el
status quo de una economía inviable. Tanto como la española, la portuguesa, la
irlandesa, y por qué no la italiana. ¿Cuál es una economía viable? Si se
consulta un diccionario capitalista, Respuesta: la alemana. ¿Quién va a someter
a todos esos países? Respuesta: Alemania.
Quizás no pueda
invadir Grecia como hace setenta años. Quizás no pueda seducir a los líderes
fascistas, ¡oh! ¡Qué casualidad! de Italia, Portugal y España. Pero seguro los va a someter al yugo del
capitalismo alemán. Solo Grecia se le enfrentó hace setenta años y a los nazis
no les fue muy bien. Vienen por la revancha. Tsipras va a tener que firmar lo que le exijan. Pero ni soñar con que abandone el Euro y ni
soñar con esos partisanos orgullosos que humillaron tantas veces a las bestias
germanas. El Partido Comunista se opone y quizás sea la última reserva de
dignidad del pueblo griego.
Un país que sólo vive
del turismo, cuyo sistema agroalimentario es arcaico, obsoleto, casi sin
industrias, y con un sistema educativo fracasado. Pero ¡cuidado! No es muy
diferente a las otras tres naciones. En lo fundamental tampoco son viables en
términos capitalistas.
La capitulación de
Tsipras hizo que los principales políticos argentinos respiren aliviados. El
euro se fortalecerá respecto al dólar, las commodities no se abaratarán en
términos de dólar, y nuestra codiciada soja no empeorará su actual cotización.
La economía global
¡ya sabemos! está globalizada. Sería bueno que cuando se analice seriamente la
deuda externa argentina recordemos estos episodios de la tragedia griega porque
cuando el “presidente electo” comience a negociar con los
buitres nos pasarán cosas muy parecidas.
El milagro Francisco
En la propaganda como en la teología los
hechos no tienen importancia, el viaje de Francisco por Sudamérica generó una
gran avalancha de oportunismo y de claudicación intelectual, cuando los
conflictos se desarrollan en el terreno secular, “algunos” pretenden teologizar
la política, construyendo un verdadero placebo ideológico, con el Papa como
estandarte.
Los dichos del Papa
principalmente en el encuentro con los movimientos sociales en Santa Cruz, ha
llenado de optimismo a muchos que en la palabra del “santo padre” encuentran la
confirmación de que estamos viviendo un verdadero “cambio de época”, como si el
“sumo pontífice” representara a una obra de caridad y no estuviera al frente
del estado vaticano asociado a mucho de los negocios “del capitalismo de época”,
como los financieros(lavado de dinero) , la venta de armas, el juego, etc. Aunque
él iniciara una cruzada personal contra esos “males” no es la expresión de un
cesaropapismo que pudiera enfrentar en el terreno espiritual y político los
problemas que a la humanidad les ofrece un sistema decadente y parasitario.
El milagro Scioli
El pragmatismo
político de muchos los ha llevado a un oportunismo sin memoria y sin
esperanzas, instalados en un presente perpetuo, aspiran a cualquier costo a un
lugarcito en los altares (para seguir en clave religiosa) del Frente para la
Victoria.
Producto de la
imposición de manos de Cristina a favor de Scioli,( empoderar es testar a favor
de); como si el origen de la soberanía emanara de ellas, el actual gobernador
de Bs As se encarna en la personificación del llamado “proyecto”, es decir si
el candidato es el proyecto, entonces el proyecto es Scioli.
Vale la pena afirmar
aquí, que no hay una subestimación del pensamiento mágico, la religión, los
mitos, leyendas, etc., es clara la conciencia de que lo irracional sólo es
irracional cuando algún contexto histórico (que en términos contemporáneos es
ante todo político, social, cultural, religioso, filosófico) lo acredita como
tal, en caso contrario aún lo más improbable se naturaliza, lo que se
cuestiona, es que al capitalismo no se lo combate con sus armas melladas
(Guevara)
Termino por el principio, Bloch había nacido en 1886. Peleó
en la Primera Guerra Mundial, obtuvo el grado de capitán y una cruz de guerra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ya era un reconocido historiador de
53 años, decidió enrolarse de nuevo para participar de la resistencia francesa
contra la ocupación nazi. En junio de 1944 murió en el paredón de fusilamiento
por orden de la Gestapo, ahí no hubo milagro, pero estuvo en el lugar que el
sentido del momento histórico le reclamaba, contra el capitalismo burgués
totalitario, tal vez esa sea su mayor lección, como la del Partido Comunista
Griego: ser comunista es colocarse en un lugar incómodo, muchas veces
minoritario, llevando nuestros razonamientos hasta el extremo, tumbando
cualquier mitología que beneficie a la élite dominante.
LEONARDO
JUAREZ
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